8 may 2008

Libreta de abastece-y-miento.


Pieza fundamental e imprescindible de la sociedad socialista del Caribe.
La historia mundial guarda para su estudio, indiscutibles piezas del desarrollo de la humanidad como los papiros de Egipto, la declaración de las trece colonias americanas o aquellos documentos de la revolución francesa, pero desgraciadamente todavía no hay nada en ella sobre este pequeñísimo artefacto nuestro que, como dice en su portada, no es documento oficial de identificación, pero que pasará a nuestros descendientes como uno de los que, en contra de su designio, identifica a varias generaciones de criollos además de ser, la pieza clave para institucionalizar el “mercado negro” en la isla. Personalmente no creo que cuba se debería analizar, como todos hacemos, en antes o después del 59 poniéndole punto de partida o retroceso a muchas de nuestras carencias, en lugar, deberíamos hacerlo en antes y después de la libreta de abastecimiento o libreta de la bodega, como se le conoce popularmente pues este inevitable “encuadernado”, es una de las piedras angulares de la construcción de un socialismo que repartiría lo poco, que ya nos quedaba, entre todos por partes iguales y que gracias también, a esas compartidas carencias, convertiría a los que tenían algo mas que lo que nos daban por la “libreta” en “afortunados” y a los que podían vivir sin ella como “salvados” mientras otros muchos, la mayoría, se tenia que aferrar y estirar lo mas posible una racionalización que seguimos viviendo hasta estos días.
Entonces, el aclamado socialismo no eliminó nuestras diferencias, solo les cambió la causa y el nombre para tener mas tarde que lidiar con lo su propio engendro, una subclase tan golpeada como necesaria: “el merolico”, palabra que quedó en el subconsciente comunicativo cubano después de aquel ultra-terrible novelón mexicano Gotita de Gente, y que puede ser lo mismo el bodeguero o el que despacha en la farmacia, el vendedor de helados y hasta aquel cuidador de piscina que vende el cloro por “debajo”. Esta es sin dudas, en un país que se demolió en hacernos iguales por lo que comíamos o vestíamos, la subclase social que mas a perdurado, la mas fuerte, la que mas personas reúne, ¿y gracias a quien? Gracias al sesudo que en un momento tan idealista como trascendental dio la orden de crear la libreta de abastecimiento.
A. Valdés

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, a la verdad a veces extraño la libreta de la bodega, con su forrito plástico y los nombres mal escritos de los miembros de la familia, tan linda [cerrando los ojos, tornando la cabeza ligeramente hacia la izquierda y con una sonrisa tonta en la cara]. Nosotros eramos el 22, no sé si recuerdan que cada "núcleo" tenía un número de secuencia. Nosotros eramos el 22 porque la Bodega estaba encima de mi casa, mi abuelo era el Bodeguero antes del triunfo de la Revolución (quien, iluminado por no sé qué vendió la Bodega en el 58) lo que nos permitió ser uno de los primeros en registrarse. Como decía, tú llegas a extrañar la libreta cuando te paras en el "aisle" de las confituras y los vegetales en conserva; solamente viniste a comprar pepinos en conservas "pickle" y encuentras el clásico, el con "50% less Sodium", el con sabor a ajo, el dulce con sabor a ajo, el dulce solo, el picante, etc. Chama!, yo solamente vine al mercado porque quieres pepinos encurtidos. Carajo, con la libreta de abastecimiento no te daban ni pepinos, he ahí una gran ventaja, los 10 minutos que me pasé en el "aisle" de los pepinos, los hubiera pasado en Cuba en algo más productivo, algo como..., déjame pensar, algo como.... Ya! esperando la guagua por ejemplo, o tal vez en la cola del comedor en la CUJAE... Es por eso, compatriotas que debemos agradecer a la libreta de abastecimiento todo el tiempo que nos ahorramos, tal vez gracias a eso pudimos dedicarnos a pensar demasiado y percatarnos que había que irse pa'l carajo, y tal vez por eso estamos aquí en el "aisle" de los pepinos en conserva.

Abdel.

Maty dijo...

Ni me hables de eso..y los malos ratos que pasabas si se te extraviava...no recuerdo las veces que tuve que ir a la oficoda y casi poner cara de lastima para que no me fueran a anular ningun producto de los regulados en ella..pues se convertia en una verdadera tragedia y casi le cuesta el divorcio a una amiga..increible eso...jajaj..pero que bien Ariel, que precavido eres la trajiste por si acaso..?...un abrazo de Martha.