Arbol que nace torcido: para consumo nacional

"Mijo y si es mas grande que tú le das con un palo…” esta es la famosa recomendación que empezamos a escuchar desde muy pequeños en la casa luego de, explicarle a los mayores, que habíamos tenido algún altercado en la escuela o la calle. por lo menos así era en el pueblo donde nací para hoy, al escribirlo, entender que la expresión en si, más allá de ser un refrán o representación sin sentido, se ha posesionado, hace mucho, de esa filosofía corporal a la que, los cubanos, estamos expuestos casi de manera subconsciente cuando bautizamos con gran parte de indocilidad y (o) naturaleza cada paso nuestro por la vida. Esta mañana mientras veía los juegos olímpicos en un canal canadiense, me he quedado atónito al ver, como nota discordante entre tanta amabilidad y “organización”, a un deportista cubano que, ante la frustración de saberse sin la medalla en su pecho (si esto lo tengo gana’o por que me lo quitan-diría el) repartía patadas y puños al referee y otros jueces de su deporte. Inclusive yo, como buen cubano según mi criterio, por algunos segundos le había encontrado un poco de razón a esta manera de “resolver el problema” como de igual manera, en un periodo de tiempo mas corto que el "trompón", me sentía mal al verme reflejado, como en espejo de bruja de blanca nieves, en ese modo de hacerle entender al contrario cuando no queda verbo posible. Para bien o para mal los cubanos, como siempre, estamos acostumbrados a dar la nota; por años esa frustración, que es cotidiano para muchos, las desembocamos en golpes si ya las evidencias o las palabras, no funcionan, esa es nuestra "traspolación" de aquello que aprendimos a usar tan bien en el barrio, la escuela, la pipa de cerveza, los amores o hasta en el deporte, el mismo deporte que hoy no bastaba con su violencia en sí como para tener que ponerle el realismo de película "R" y dejar claro para todos, pues inclusive hay quien lo aplaude, que nosotros si tenemos la razón sin dejar que lo que realmente nos presiona salga a flote.
Se acaban los juegos y ya no tenemos todas aquella medallas y triunfos que por años nos acompañaban ¿Va el deporte cubano “cuesta abajo en su rodada”? No, solo creo que está ocupando el lugar que siempre le perteneció dejando a un lado todas esa ínfulas y nacionalismo barato con que lo han forrado, somos una islita -con muy buenos deportistas- pero ya es tiempo para dejar de creemos el ombligo del mundo si en resumidas estos deportistas, mortales de carne y hueso, que representan a la isla no hacen otra cosa que eso: prepararse para las competencias y poder poner muy en alto, según las consignas, el “nombre de la patria”, ahí veo yo la verdadera razón del fracaso. hace mucho el deporte revolucionario perdió la inocencia y la soberanía del disfrute para transformarse en presión política que aflora ya por años y tener que dedicarle cada medalla o victoria “al comandante”,si, hay que ofrendarle la medalla a "papá" pues la familia que te crió, el vecino que te apoyó o el entrenador que se sacrificó a la par tuya no vale nada, el compromiso primero y los sentimientos después, eh ahí que, ahora, cuando la derrota los encierra y sufrimos –yo también lo hago pues nunca dejaré de sentir como isleño- entendemos que no hay peor contrincante que la presión que no nos deja controlar nuestros impulsos cuando otros deportistas del mundo, que pueden ser reclutas, universitarios o voluntarios, nos vencen en una contienda en la que el arbitro no está de nuestro lado ¿habríamos hecho lo mismo con una situación al contrario y a favor nuestro? El deporte cubano, por suerte, no está perdido, solo tiene que despojarse del compromiso con el absoluto y convertirlo nuevamente en un sentimiento de agradecimiento a los que lo forjaron o a los que esperan tu incursión con medallas o sin ellas, el rival no es el enemigo, el enemigo somos nosotros mismos cuando no nos queda otra salida que la violencia para desembocar tanto odio que llevamos dentro. Todo tiene arreglo, inclusive esto, siempre y cuando seamos sinceros y dejemos de pensar que somos los mejores del mundo o que todos nos quieren dar “la mala”, ese día disfrutaremos el deporte nuevamente sin lamentos y, creo, es lo que todos nos merecemos.
A. Valdés